Primera impresión: Tras leer la contratapa y asociarla con
la portada, supe que se trataba de una novela poco tradicional, aunque no tenía
la certeza de qué tanto.
Temática inicial: La historia de un psiquiatra que cuenta el
caso de una de sus pacientes.
Personajes en general: en extremo realistas, aunque si bien
son variados, todos van cargados con el mismo modo de expresión.
Estilo narrativo: Bastante lógico, lleno de metáforas
interesantes.
Impresión final: Sorprendente hasta el final final. Algo perturbadora,
atrayente desde el principio. Mishima es un genio.
Cuando leí el título y la
contratapa con más atención, el libro me llamó por completo la atención. No
solo por tratar el psicoanálisis, la música como metáfora del orgasmo, el
incesto y la inteligencia –temas ya en sí bastante interesantes-, sino por la
breve biografía del autor. Yukio Mishima, nació en 1925 y en 1970 “se suicidó
en Tokio según las normas de un elaborado rito tradicional”. Ante esas palabras
qué podía imaginar. Había vivido 45 años, es decir, que murió bastante joven.
¿Qué lo motivaría a suicidarse? En todo caso, decidí dejar la investigación para
después y concentrarme en la novela.
La historia comenzó de manera
casual, pero gran sutileza te va metiendo a una historia sin igual. Incluso si
hay historias parecidas, no creo que haya una abordada de la misma manera que
ésta. Sobre todo en el estilo de narración. ¡Vaya! Jamás me había imaginado un
estilo similar. Hubo partes en los que no sabía si el texto se trataba de pura
ficción o era en parte realidad, o si era en verdad un texto de contenido
teórico para psicoanalistas disfrazado de una novela.
¡Leí muchas veces la profesión de
Mishima en la solapa!, para cerciorarme de que no había estudiado psicología. ¡Pero
cómo la manejaba! No tengo idea si las teorías que menciona, si esos autores
son reales. Yo creo que sí, me ha convencido. Creo haber aprendido un poquito
sobre psicoanálisis, y la forma en que opera nuestro subconsciente.
¡Mis respetos al autor! Mucha intelectualidad
para un novelista. Ah, mas nunca es suficiente, ¿no? Cuando uno de mis docentes
de mi universidad me prestó el libro, me comentó que un premio nobel de
literatura japonés había dicho algo como “no entiendo cómo yo puedo ganar este
premio si tenemos con nosotros las obras de Yukio Mishima”. Ahora comprendo el
por qué lo dijo, y ciertamente me impresiona cuán buenos deben ser los
escritores para ganarse esos premios. A lado de Mishima, muchos de mis autores
conocidos se quedaron cortos, aunque bueno, creo que Mishima es también, como
dijo el mismo señor japonés “uno que aparece cada dos o tres siglos”.
Con esto ya se darán cuenta que
el lenguaje narrativo es bastante formal, y bastante culto. Maneja buenos
modales, expresiones que me las imagino hermosamente típicas japonesas. Y por
si fuera poco, su dominio del psicoanálisis realmente es asombroso. Como
mencioné, no sé si el contenido es verdad o no, pero yo creo que lo es, así que
me guío por eso. Varias de sus metáforas, sus análisis, e incluso los
comportamientos y conflictos de los personajes gozan de una lógica asombrosa. ¡Y
una de las cosas que más amo es la lógica!
En cuanto a los personajes, son
relativamente pocos, sin embargo solo abordaré dos: El psicoanalista, doctor
Shiomi, y la paciente histérica, Reiko.
Shiomi es un hombre muy
inteligente, orgulloso, que continúa entrenándose con diversos libros del
psicoanálisis. Lo encuentro un personaje fascinante, en extremo racional, pero
traicioneramente humano. Me encanta cuando empieza a cruzar la línea con sus
sentimientos respecto a Reiko, y cómo al final restaura su tranquilidad, su
propio sentido, al haber salido victorioso y devuelto a su vida normal, donde
puede dominar esa línea con facilidad. Por esos motivos, su fingida perfección
y su estigma humano de hombre, es que lo encuentro tan real. A veces dudaba
también sobre si él era un invento de Mishima o si de verdad existió, alguna
vez.
En cuanto a Reiko, un personaje
aparentemente inofensivo y frágil, que padece de histeria y de frigidez. Llega
al consultorio afirmando no oír la música. Qué interesante asociar la música
con el orgasmo, me parece en extremo adecuado. La historia de esta paciente es
desconcertante a un principio, por sus mentiras, pero a medida que avanza el
libro es de bastante sobrecogedora. No les contaré nada, tienen que leerla.
Lo que mencionaba al principio,
sobre el mismo lenguaje de expresión, quería decir que todos hablan de la misma
manera. Esto, claro, les pasa a la gran mayoría de los escritores,
incluyéndome. No es problema, pero dada la elaborada construcción de los
personajes, creo que les roba algo de originalidad en su labia.
Algo que también debo mencionar,
es que ninguno de los personajes me llegó demasiado. Ya saben, cuando un
personaje te llega, lo recuerdas por mucho tiempo, su historia, sus diálogos,
su sentir. Te identificas en parte, o te
simpatizas bastante con él. No obstante, no me pasa eso con los personajes de
esta novela. Pese a que la lógica de Shiomi me cautiva, que compadezco el
trauma de Reiko y sus repercusiones, no creo evocar en mí sentimiento alguno
que me conecte con ellos. No los amo, como a tantos otros personajes que he
podido conocer.
Es curioso, ¿no?
Con respecto al autor, ahora sí.
Luego de acabar la novela, inmediatamente fui a mi portátil para investigar
sobre Mishima. Los datos que considero relevantes son:
Provenía de una familia
con antepasados samuraí, de la era Bushido. A él le fascinaba esa ideología.
Tuvo como mentor a Kawabata Yasunari, el nobel que se refirió a él, y que
lamentablemente se suicidó dos años después de la muerte de Mishima. El padre
de Mishima rompía varios de sus escritos, hizo que estudiara Derecho, aunque
luego lo dejó en paz en su carrera de escritor. Mishima fue rechazado en el
ejército durante la guerra, aunque en una página se afirma que él fingió
síntomas de tuberculosis para zafarse. De todas formas, sea por sentirse
humillado ante el rechazo o por avergonzarse de haber sobrevivido a la muerte
de sus compatriotas, comenzó a practicar la ideología samurái, deseoso de
retornar a ese periodo bushido. Para eso se entrenaba cerca de tres horas al
día y gozaba de excelente salud física.
Escribió muchísimas obras, entre las
que hay como 40 novelas, y cierta cantidad de ensayos y obras teatrales que no
recuerdo. La obra que lo lanzó al éxito como escritor fue “Confesiones de una
máscara”, en la que aborda el despertar sexual de un homosexual y su estigma en
una sociedad conservadora, obra que espero poder leer algún día. Se casó y tuvo
un hijo y una hija. Se unió a una organización que compartía su ideología
próxima al Bushido, y con ellos es que, el mismo día de enviar su última novela
a su editor, acudió a una protesta para devolver el poder al gobernador. Desde
el balcón de un comandante japonés importante dio un discurso con el propósito
de generar un golpe de estado, pero fue rechazado por los demás japoneses.
Entonces, en el interior de la oficina y frente a sus compañeros y a ese comandante
atado a una silla, realizó el ritual Seppuku.
Este ritual era practicado por
los samurái, consiste en clavarse una daga en el estómago. Dado que la muerte a
través de este ritual era lenta y desagradable de presenciar, se hacía que un
asistente elegido por el suicida lo decapitase a su señal, luego de haberse clavado
la daga.
Según investigué, el ayudante de
Mishima no pudo decapitarlo y falló en tres ocasiones. Ante esto, otro de los
compañeros presentes lo hizo, y el asistente, avergonzado por su incapacidad,
cometió también el Seppuku siendo decapitado por el mismo hombre. En un página mencionan que el asistente elegido por Mishima era su amante. La verdad no sé, pero si él era homosexual, no me molestaría en absoluto. Como alguna vez ya dije, tengo un profundo respeto hacia los homosexuales.
Se dice
también que Mishima en realidad utilizó el discurso como una excusa, pues había
preparado en secreto ese ritual desde mucho atrás, tal vez desde que perdió la oportunidad de "morir gloriosamente" con sus compatriotras en la guerra. Podría decir que Mishima
era víctima de una decepción enorme al ver que su país se veía influencia por
occidente y que sus monstruos los iban contaminando. La falta de sus
tradiciones, la ausencia o transformación de la moral en la que él creía.
Lo cierto es que, si bien sus
personajes no me cautivaron, él sí. Les invito a investigar más de él. Incluso
fue protagonista de un corto en el que justamente realiza el mismo ritual con
el que se suicidó. ¿Habrá sido premeditado? Me entristece tanto, pero a la vez
me fascina. Lo comprendo.
Yukio Mishima, a partir de hoy se
ha convertido en uno de mis autores favoritos, uno de los más sentidos. No sé
cómo, pero me he propuesto leer más obras de él, aunque sea en la computadora. Una de las páginas que encontré al investigar es ésta, véanla. Es muy interesante.
En fin, esta obra realmente vale
la pena ser leída. Salvo tal vez, que tengan una mente cerrada y escrupulosamente “moralista”,
pues en el fondo, creo que la obra y sus personajes son sátiras del pensamiento
de Mishima.
"El hombre embravecido
pronto al rumor del desenvaine
¿Cuánto ha soportado
hasta ésta, la primera helada?
Aún, frente a quienes
se agolpen despreciando el marchitar de la flor
Ésta, si un día ha de
marchitar es porqué ¡bien flor ha sido!
y solo por su
dignidad volará al tenue viento vespertino."
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