Bueno, llevo tiempo sin ser productiva en este blog, así que decidí ponerme a escribir de lo que sea, aprovechando que tengo un poco de tiempo libre.
Admito que estos días he estado de doble humor, jaja. Me deprimía súbitamente y poco después ya estaba otra vez alegre. Sé que eso es más normal de lo que parece, así que no me preocupo. Creo que en parte tiene que ver con la llegada de septiembre.
Y es que, bueno, es mi mes aniversario. Voy a cumplir 22 años. A veces lo olvido. Recuerdo que a inicios de año, más o menos, cuando me preguntaban mi edad no estaba segura de qué decir. Olvidé que tenía 21, y dudaba si ya tenía 22. ¿No es curioso? Cualquiera se rebajaría los años, pero no. Yo creía tener 22, y luego me acordaba de la edad de mi hermana y recordaba recién mi verdadera edad. Jajaja.
Ahora que voy a cumplir recién, 22, no sé qué diferencia hay. La edad no me preocupa, la verdad. Estoy más pendiente en terminar mi carrera, cumplir mis obligaciones, y no dejar de hacer aquello que me gusta. El cambio que más percibo es el fin de la universidad. ¡Es tiempo de avanzar a la siguiente etapa! Tal vez por eso también, curiosamente, mis oídos captan conversaciones sobre todo de departamentos y casas en venta. Lo sé, lo sé. Es imposible todavía que yo pueda conseguir uno, pero mi interior ya se prepara.
No sé si alegrarme o entristecerme al respecto.
Por otro lado, este año me estoy animando a hacer algo por mi cumple. La verdad es que no lo celebro desde hace dos años, y sé que no es algo por lo que hay que lamentarse, porque tampoco soy de las que celebran a lo máximo, con fiestas y regalos. Las fiestas nunca me han gustado, y los regalos cada vez llegan más pocos, así que dejé de dar importancia a ambos asuntos hace bastante tiempo. A lo que sí le daba importancia, era a mis amigos. Si nadie se acordaba, me sentía triste. Pienso con mi lógica inevitable que los cumpleaños son días que puedes aprovechar para recibir afecto extra. No sé, felicitaciones, buenos deseos, sonrisas. Tengo esperanzas vanas de que se acordarán y querrán hacer algo. Querrán verme. Pero no. Si no es algo por mi cuenta, no pasa nada. Y eso es lo que más me deprime en estos días.
Este año, sin embargo, quiero celebrarlo. Ya me cansé de esperar que alguien más tome la iniciativa de proponerme hacer algo. Aunque sea solo por un día, aunque tal vez no sea real, quiero hacerlo. Y para eso, voy a recurrir al facebook. Estoy tratando de no crearme altas expectativas. Incluso si hago algo en mi casa es muy probable que nadie venga, por diversos motivos. ¡Pero no! No quiero pensar tan negativamente de manera prematura. Como siempre, voy a sonreír, voy a ponerme bien. Pase lo que pase, me estoy asegurando de que este miércoles sea genial para mí. Y con suerte, la celebración también.
A veces creo que todo esto se da por mi culpa, porque no soy muy sociable, o porque simplemente no me lo merezco. Pero no este año. La ventaja de un cumpleaños es también sentirte mejor, permitirte ser egoísta sin remordimientos. Así que, si bien cosecho lo que siembro, procuraré haber sembrado bien.
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