Uno
de los principios de un sistema democrático es el de transparencia. El Estado y
todos sus funcionarios deben estar expuestos al pueblo como una cajita de
cristal. Nada debe quedar oculto. No obstante, este principio no es más que un
anhelo utópico como toda ideología pura. La democracia en sí no existe.
Nosotros, los seres humanos, somos demasiado egoístas como para llevarlo
adelante.
¿Qué
ocurre cuando un hombre llega al poder? No es que corrompa al verse con tanto
dominio, sino que sus verdades humanas, su forma de ser humano llega a extrapolarse al público y así se traduce en mucha
más magnitud que la de los demás. A fin de cuentas de no es más que una persona
más que se ha expuesto ante la sociedad.
Naturalmente,
luego de probar que su humanidad
puede verse alimentada por los demás, por el dominio y la política, crece el
ego, y con él, las ansias de poder. ¿Hasta qué punto puede ser transparente un
sistema cuyo representante deba ser elegido por el pueblo que lo acecha
constantemente? Por todo esto es que esa persona hará lo que sea para
permanecer en ese privilegio de conquista, en ese lugar de liderazgo que lo
seduce día a día y que al mismo tiempo lo ataca para acercarlo a una caída
pública.
El
humano es humano. Su egoísmo lo conducirá maquiavélicamente por caminos
secretos para no perder ese rango de poder. Será capaz de crear reflejos, un
sinfín de imágenes que lo sostengan en su pedestal idealizado. Y el pueblo no
hará otra cosa más que mirar. Porque, si bien están atentos al movimiento más
mínimo de la persona líder, son humanos. No pueden ver a través del metal, ni
del espejo. Es por el egoísmo que un hombre construye espejo, y es por vanidad
que el resto se queda mirando. Desde sensacionalistas hasta críticos con
reputación, todos se ven tentados con los espejos.
A
fin de cuentas, es el ego quien domina nuestra existencia. Nada mejor para
desviar la vista de los hombres que espejismos atractivos a su naturaleza de
espectáculo. Hay que aceptarlo, nos gustan los shows bien orquestados.
Entonces,
¿por qué anhelar por una cajita de cristal en una democracia aburrida? El ser
humano es demasiado humano para eso.
Él mismo terminará buscando algún reflejo falso en la caja, algo que lo
divierta, o incluso, que lo domine. Caemos fácilmente ante las personas
gobernantes. Ellas se ven tentadas de fabricar espejos que oculten sus defectos
y cualquier información que ponga en peligro su dominio, así como el pueblo se
ve tentado de creerles.
¿Y
si alguien pidiera quitar los espejos de la cajita? Ah, entonces habría una
grieta en lo más terrorífico del contenido de la caja, para nada aburrida. Si
no es el líder dominante quien quite a esa persona, otro(s) del pueblo serán
los cómplices agentes de la mentira.
Y
entre todos volveremos a levantar ese espejo.
1 comentario:
estare por el hackmeeting el domingo, cambio y fuera K4ZUM4
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