jueves, 17 de enero de 2013

Y cuando más hace falta…


Es increíble cuánto el universo conspira para mantenernos con vida. No dejan de sorprenderme esos pequeños detalles, ínfimas acciones que de pronto adquieren un peso equivalente a… todo aquello que necesitabas.

Como si en medio de alguna tormenta, algún extravío o soledad perpleja, algo o alguien se ocupara de hacerte llegar mensajes que sólo para ti, se traducen en fortaleza. Y justo, ¡justo! …cuando más hace falta… 


Sin especificar demasiado ni dar detalles, es hermoso comprobar cómo no estamos solos. No importa si eres de alguna religión o si no, o si eres creyente “a tu manera”. Confirmo plenamente que siempre llega algo que nos salva cuando estamos por caer. Sólo es cuestión de resistir hasta que llegue y de saber verlo.

Es una sensación similar a la que sientes cuando todo de pronto cobra sentido tras una oleada de incertidumbre, o adviertes que ya olvidaste la herida que te dolía lágrimas. Son hechos tan insignificantes que, en medio de su pequeñez, tienen un peso…

Recordando mis tiempos difíciles, jeje, cuando atravesaba la pubertad, recuerdo que una de esas señales fue una sonrisa. Una que venía de alguien cuyo nombre ni me acuerdo, cuyo rostro no visualizo del todo, y ni siquiera recuerdo físicamente esa sonrisa. Ah, mas no es eso lo que hay que recordar, en mi opinión. Lo importante de ese hecho para mí fue lo que significó, quiero decir, lo que esa sonrisa me hizo.

No la recuerdo, repito, pero tengo la certeza de lo mucho que significó entonces y por eso, sé que debo buscarlas y obtenerlas para volver a experimentar esa sensación. Es por eso que me gusta hacer reír a la gente (aunque no lo crean, tengo sentido del humor. Un poco raro a veces, algo sarcástico tal vez, o muy acorde a contextos especiales. Pero lo tengo).

Así que, vamos, sonríe un poco. Estoy imaginándote con una sonrisa en estos momentos. ¿A que se siente bien?

Recuerdo también que recibí algunos comentarios similares con respecto a mis libros. Hasta recibí una llamada de alguien llorando, agradeciéndome. No tengo idea de quién es, ni me dio tiempo a decir nada, pero si estás leyendo esto, te lo agradezco también.

Como sea, me gusta lanzar pequeños mensajes así, porque sé que por muy tontos o idealistas que sean, le hacen el día a alguien. Son sus pequeñas señales que de pronto les disipa la oscuridad. Mi sugerencia es que todos lo hagan.

¿Quién sabe? Podrías estar salvando una vida. Un hecho cotidiano cuando más hace falta.

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