¿Conocen más idiomas aparte de su
propio natal? Es muy interesante ponerse a aprender otro idioma, pues también
aprendes parte de la cultura de la que es originario. En este caso, aprender un
idioma que está tan cerca a diario y es muchas veces ignorado, fue una
experiencia completamente compleja.
Para empezar, el quechua nació
como un dialecto. Antes no se escribía, sólo se lo hablaba. La cultura quechua
ocupó varias regiones latinoamericanas, fue traído por los incas. Es decir, que
era el lenguaje colonizador del pasado, sobrepasando incluso al aymara.
No es como aprender otro idioma
occidentalizado. Quiero decir, no sigue la misma lógica formal que el español o
el inglés. Muchos idiomas manejan una misma estructura y por eso es más fácil
aprenderlos.
El quechua, para empezar, es al
revés. Todo el pensamiento que manejas para estructurar lo que hablas va hacia
el otro lado del rumbo habitual. Por poner un ejemplo, en vez de decir “esta
casa es roja”, dices algo como “roja esta casa es”. Si he aprendido bien, sería
“Puka kay wasita kasan”.
¡Y es peor cuando se aplican
sufijos! En el quechua, los pronombres son sufijos, los posesivos también son
sufijos. El tiempo verbal también se lo aplica en sufijos, así como algunos
adjetivos demostrativos o copulativos. Si le agregas un “sa” al verbo, por
ejemplo, se volverá progresivo. Si le agregas un “rqa” se vuelve pasado. Puede
haber un pasado progresivo. Pero si le agregas un “sqa” estás usando el modo
referencial o narrativo.
Es increíble, es… impresionante.
Es seguir una lógica distinta a lo usual. ¡Y es tan subjetivo! Por la forma que
hablas ya se pueden saber tus sentimientos, pues hay una forma de expresar que
algo significa mucho o poco. Un ejemplo de esto es el pasado habitual cercano y
el pasado habitual remoto. En ambos indicas algo del pasado, pero si usas el
cercano, quiere decir que lo sigues teniendo presente, y si usas el remoto,
significa que es algo que quieres dejar atrás.
Incluso hay dos “nosotros” en los
pronombres. El noqayku, que se refiere a ti y tu grupo, y el noqanchej, que
quiere decir tú y tu grupo, pero sin incluir a las otras personas que pudieran
estar presentes. Con eso ya denotas mucho lo que es la pertenencia social. ¡Es
tan lindo!
Pero, ¡uy! Vaya que es
complicado. Sobre todo cuando estás acostumbrada, como yo, a manejarte en dos
idiomas demasiado similares en su estructura: español e inglés. Ni siquiera
puedes ir traduciendo palabra por palabra como el inglés, con el quechua tienes
que ir partícula por partícula, cuidando mucho el sentimiento del emisor. A mí
me costó horrores, en especial las últimas semanas.
Pero bueno, fue un curso
intensivo de un mes. Mucho para tan poco tiempo. Ya después lo retomaré con más
calma. Por ahora tengo mis bases establecidas. Y más importante, una mente más
abierto a otras formas de concebir la realidad.
¡Mi siguiente aspiración
imaginaria será el japonés!
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