sábado, 30 de junio de 2012

El capricho del cine en Cochabamba


Desde que salió la televisión y los VHS fáciles de adquirir, creo que el cine ha comenzado a sufrir cierta crisis en su nivel de apogeo. No por nada es el séptimo arte, no obstante, a medida que la tecnología evoluciona, el cine ahora peligra cada vez más, sobre todo con la inflación de precios que estos últimos días han amenazado con la economía del cochabambino.

Antes ir al cine era todo un acontecimiento. Ibas a la pantalla grande rodeado de gente que parecía compartir tus mismos intereses, hacías fila con ansias de ver la película estreno y te estremecías al escuchar el sonido dolby, emocionado cada que aparecía el viejo cuadrado azul que lo anunciaba.

Ahora te duele ir al cine, porque ya no vas sólo por placer o diversión. Al pagar casi cincuenta pesos por una entrada te hacía pensar “más vale que esta película sea buena”, visualizas la sala y ya no percibes un séptimo arte, sino un servicio comercial que estás consumiendo con algo de remordimiento. El hecho de que el precio se haya vuelto el doble no hace que sea de más calidad. Más al contrario, tengo entendido, al menos en el Cine Center, que los asientos están peor que nunca, que su venta de pipocas, refrescos y demás cuestan igual o más que tu entrada, y que el trato hacia el cliente se está tornando un mito afortunado.
Claro que en este último punto no puedo discutir. Si trabajara con un montón de jailones todo el día también estaría con deseos de despacharlos cuanto antes.

Muchos optan por comprarse un DVD (cuya calidad es mucho mejor en compensación al tamaño de la pantalla grande) e irse a ver pelis a la casa de un amigo. He visto todo tipo de mensajes y comentarios acusando al Center de ladrón, y que por su maña con los distribuidores de Hollywood hizo que el Cine Norte también subiera los precios. Puede que sean demasiado rudos al respecto, no sé. Personalmente no voy a ese cine, y me trae sin cuidado lo que pase en él.

Pero eso sí, cuando veo que la queja se está esparciendo lenta y penosamente entre mis círculos, es que algo en verdad pasa. El cine se supone que debería ser un acontecimiento social, donde no sólo es ir por la película, sino reunirte con más personas y hacer algo juntos. ¡Toda una sala de desconocidos riéndose ante la misma escena! ¡Nada más divertido que eso al momento de ver una película! Pero no. Ahora incluso los cines discriminan. Este año me enteré de que los Center tienen salas VIP. ¡Vaya estigma social sólo por ver películas! No sabía que hasta en eso había jerarquías, una lástima la verdad.

No creo que la costumbre y manía de ir al cine se pierda. Imposible. Pero sí creo que su esencia se puede desvanecer y transformar en algo totalmente equivocado. A pesar de tener una buena pantalla y un Blue Ray a mi disposición, todavía quiero ir al cine. Es genial ir con tu familia, tus amigos, personas que conoces. Pero también es genial ir solo y compartir implícitamente con los demás asistentes. 

Desafortunadamente el cine ahora ya no es tanto un placer, ya no es tanto una apreciación artística como tal (dejando de lado las críticas, que se las puede hacer también estando en casa con un DVD) Al menos aquí en Cochabamba, creo que el cine se está volviendo un capricho, un lujo. Tanto así que incluso esperar por el miércoles dos por uno resulta un estigma social, un golpe simbólico que muchos de los jóvenes se ven dispuestos a soportar por ver una película.

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