Nada como el intenso pesar en tu
pecho que amenaza con aplastar tu corazón para castigarte de vez en cuando.
Nada como el oscuro dolor que no hace más que aplacarte el alma cuando ya no
eres capaz de sentir más nada. Ni felicidad, ni alivio, ni liberación, nada.
Sólo esa decepción profunda de ti misma, esa certeza de que pudiste haberlo
evitado, de que debías haberlo evitado, pero simplemente no te dio la gana. No
reuniste coraje, te dejaste llevar. Esa sensación de vacío, de agonía, de un
sufrimiento incontenible que no puede salir. Y aún cuando echas el grito al
cielo ese dolor permanece inerte y no tienes idea de qué hacer para aliviarlo.
Suelo criticar la invasión constante
y voluntaria a la privacidad a través de las redes sociales y el Internet. Aquí
es cuando me trago esas críticas y me inclino a violar mi propia política de
reserva y abrirme siquiera un poco ante desconocidos. ¿Alguna vez te has
sentido así?
He llorado. He estado llorando
por algunos minutos sin poder evitarlo. Es lo que se conoce como frustración. Y
lo peor es que en verdad, podría haberlo evitado. De haber hablado, de haberme
hecho escuchar, hubiera podido evitarlo. Ya es inútil. Queda seguir adelante.
Oh, ¡pero qué fácil es seguir adelante! Es como el consejo de mil personas que
jamás lo han aplicado, que de hecho sólo han olvidado y pocas veces recuerdan algo
así en los peores momentos sólo para sentirse más infelices.
No quiero seguir adelante, mas
debo hacerlo. El pasado es una ventana abierta, pero un vidrio muy resistente
que no podemos atravesar. Es lo horrible de hacer una retrospectiva general de
lo que has hecho, y este momento sin duda, será uno de mis peores.
¿Qué haces para seguir adelante?
Todos tienen una manera de avanzar. Muchos olvidan, otros ignoran, y unos
cuantos logran superarlo de verdad. No es que no vaya a superarlo nunca, pero
es que estos momentos de una dureza incomparable, y no puedo mostrarme así ante
nadie. El orgullo me lo impide, la sociabilidad me lo impide. Porque al estar
en grupo puedes distraerte, puedes olvidar y avanzar, e incluso reír. Pero
estando solo, la conciencia te carcome, la frustración se hace tan evidente que
por más que golpes las cosas, que llores o maldigas, sólo tú sabes tu pecado y
te es imposible zafarte con facilidad.
Me han herido, pero de la mejor
forma. No lo hubiera aceptado de otra cosa. Sé que es verdad, sé que he
decepcionado y lo peor, es que fue con algo a lo que yo misma he protegido con
tanto ahínco. Lo acepto, lidiaré con ello. La despedida fue algo amarga, pero
con un detalle de lo más cálido. Creo que por culpa de ese detalle es que me
duele tanto.
Uf, me había prometido no
compartir algo tan personal. He vuelto a fracasar, aunque esta vez, no he de
arrepentirme. Ya no más hoy, por favor. Sólo lágrimas y una sonrisa descorazonada.
2 comentarios:
¿Qué pasó? Pienso que eres un poco dura contigo misma....la frustación nos acompaña desde el principio...pero no podemos sumergirnos en ella...tan intensamente...
Me sorprendió que usaras esa palabra, "intenso"... La verdad no me doy cuenta cuando estoy siendo intensa.
Gracias por el interés ^^
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