miércoles, 20 de junio de 2012

Frustración


Nada como el intenso pesar en tu pecho que amenaza con aplastar tu corazón para castigarte de vez en cuando. Nada como el oscuro dolor que no hace más que aplacarte el alma cuando ya no eres capaz de sentir más nada. Ni felicidad, ni alivio, ni liberación, nada. Sólo esa decepción profunda de ti misma, esa certeza de que pudiste haberlo evitado, de que debías haberlo evitado, pero simplemente no te dio la gana. No reuniste coraje, te dejaste llevar. Esa sensación de vacío, de agonía, de un sufrimiento incontenible que no puede salir. Y aún cuando echas el grito al cielo ese dolor permanece inerte y no tienes idea de qué hacer para aliviarlo.

He fallado.

Suelo criticar la invasión constante y voluntaria a la privacidad a través de las redes sociales y el Internet. Aquí es cuando me trago esas críticas y me inclino a violar mi propia política de reserva y abrirme siquiera un poco ante desconocidos. ¿Alguna vez te has sentido así?

He llorado. He estado llorando por algunos minutos sin poder evitarlo. Es lo que se conoce como frustración. Y lo peor es que en verdad, podría haberlo evitado. De haber hablado, de haberme hecho escuchar, hubiera podido evitarlo. Ya es inútil. Queda seguir adelante. Oh, ¡pero qué fácil es seguir adelante! Es como el consejo de mil personas que jamás lo han aplicado, que de hecho sólo han olvidado y pocas veces recuerdan algo así en los peores momentos sólo para sentirse más infelices. 

No quiero seguir adelante, mas debo hacerlo. El pasado es una ventana abierta, pero un vidrio muy resistente que no podemos atravesar. Es lo horrible de hacer una retrospectiva general de lo que has hecho, y este momento sin duda, será uno de mis peores.

¿Qué haces para seguir adelante? Todos tienen una manera de avanzar. Muchos olvidan, otros ignoran, y unos cuantos logran superarlo de verdad. No es que no vaya a superarlo nunca, pero es que estos momentos de una dureza incomparable, y no puedo mostrarme así ante nadie. El orgullo me lo impide, la sociabilidad me lo impide. Porque al estar en grupo puedes distraerte, puedes olvidar y avanzar, e incluso reír. Pero estando solo, la conciencia te carcome, la frustración se hace tan evidente que por más que golpes las cosas, que llores o maldigas, sólo tú sabes tu pecado y te es imposible zafarte con facilidad.

Me han herido, pero de la mejor forma. No lo hubiera aceptado de otra cosa. Sé que es verdad, sé que he decepcionado y lo peor, es que fue con algo a lo que yo misma he protegido con tanto ahínco. Lo acepto, lidiaré con ello. La despedida fue algo amarga, pero con un detalle de lo más cálido. Creo que por culpa de ese detalle es que me duele tanto.

Uf, me había prometido no compartir algo tan personal. He vuelto a fracasar, aunque esta vez, no he de arrepentirme. Ya no más hoy, por favor. Sólo lágrimas y una sonrisa descorazonada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué pasó? Pienso que eres un poco dura contigo misma....la frustación nos acompaña desde el principio...pero no podemos sumergirnos en ella...tan intensamente...

Ana Triveño Gutiérrez dijo...

Me sorprendió que usaras esa palabra, "intenso"... La verdad no me doy cuenta cuando estoy siendo intensa.

Gracias por el interés ^^

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