Es el momento de la verdad. Finalmente
ha llegado uno de los momentos más importantes de mi vida. Puede que esté
exagerando, pero la verdad es… que estoy aterrada. Tener que tomar un rumbo,
elegirlo sabiamente, ejecutarlo con responsabilidad… Oh, vaya… Tengo problemas.
Se preguntarán qué es lo podría
estar causándome tanto estrés. Pues bien, estoy por finalizar mi carrera,
Comunicación Social, y ha llegado la hora de tomar una materia que te hace ir a
una empresa o institución a trabajar 200 horas sin remuneración. Una práctica
en el mundo laboral.
No me hago problemas de hacerlo
gratis, de hecho estoy ansiosa por comenzar y tomar parte de algo mío, un
compromiso con la sociedad. Sin embargo, lo difícil es tener que decidir dónde.
¡¿Dónde?!
Siempre que me preguntaban “¿y en
qué vas a trabajar?” o “¿en qué te vas a especializar?”, respondía “aún no sé”,
“me gusta todo”. La verdad es, que me gusta todo, pero no se puede tener todo
en la vida, mucho menos al mismo tiempo. Si me pongo a pensar en un trabajo,
sería uno similar a mi estilo de vida, por periodos. Me gusta escribir,
dibujar, cantar, leer, crear, editar, diseñar, etc., pero no haría una sola de
esas cosas para siempre. A veces no soporto la idea de tener que dibujar, es
como si estuviera exhausta. Lo mismo con escribir, leer, editar, etc. Si lo
hago muy seguido me aburro y necesito cambiar de… pasatiempo (¿?).
¿Qué trabajo me permitiría
cambiar así de tareas? Casi ninguno. De hecho, no se me ocurre ni uno. Así que,
decidí buscar trabajo como periodista cultural. Primero porque la escritura se
me da fácil. Segundo porque lo cultural me encanta y sería una buena excusa de
tener que ir a todo evento posible. Tercero, porque no te metes en la vida de
los demás, al menos no de formas inapropiadas. En el periodismo local, por
ejemplo, es increíble cómo algunos periodistas son capaces de asechar a alguien
con tal de sacarle algunas respuestas. Sé que la labor del periodista es
descubrir las verdades de la gente que pudieran afectar a la sociedad, pero con
los niveles de sensacionalismo ya no me dan ni ganas para intentarlo siquiera.
Entonces pensé que sí podría dar.
Tal vez podría ser periodista después de todo. Mis opciones fueron “Los Tiempos”
y “Opinión”. En el primero me indicaron que debía hacer una carta a determinada
persona para ver si recibían pasantes. En el segundo me recibieron más tarde
ese día para hablar con un encargado de esas pasantías. Me alegré mucho de me
dieran la oportunidad de hablar con alguien antes de aplicar formalmente la
práctica.
Me explicaron que los pasantes no
podían elegir la sección, y se me dio a entender que básicamente lo que
necesitaban eran periodistas locales. ¡Justo locales! Tengo que pensarlo, pero
mucho, pues no creo desde ya que me anime a postularme bajo esa condición. Sé
que no es nada, pero son mis principios personales, no quiero inmiscuirme en
asuntos ajenos sin permiso.
Por otro lado, al momento de irme
de esa breve entrevista, pasé por la oficina de una radio bastante conocida.
Entonces se me ocurrió, ¿y si me abro a más opciones? Supe que aunque me dieran
la posibilidad de entrar a la sección cultural de algún periódico, había una
alta probabilidad de que no me gustase el trabajo. Por algún motivo, me
disgusta escribir con frialdad, es decir, lo más objetivamente posible. Y
aunque el periodismo cultural tiene más libertad, no es lo que estoy buscando.
Lo primero que pensé sería en la posibilidad de publicar cuentos breves en
alguna revista. Ahora me doy cuenta de lo absurda que es esa idea.
¿Realmente quiero volver la
escritura como una de mis fuentes principales de estrés? Con la tesis ya es
suficiente, gracias. Por esto fue que al ver la radio allí, tan cerca, me animé
a entrar a ver qué tal me iba. Desafortunadamente había una reunión y no podían
atenderme, pero tengo una especie de cita para mañana, a la que no pienso
faltar para nada.
¿Qué podría hacer en una radio?
Lo primero que se me vino en la mente fue elaborar un programa, pero sería
mucho pedir. Se me ocurre hacer entrevistas, o escribir algún guión de
radionovelas, o simplemente de los programas que los necesiten. No sé. La
verdad no sé. Pero la idea de trabajar en una radio se me antoja estupenda. Así
la escritura sería únicamente para mis libros, que es lo que deseo con firmeza.
Siento que me vienen accesos de
desesperación que debo controlar porque nunca es agradable dejarte caer tan
hondo en ese espacio de oscuridad solitaria que se encuentra únicamente en tu
interior. Tengo que afrontarlo de manera positiva, con la esperanza de que al
final, podría gustarme.
Lo que será, será. Al final,
existen más opciones.
Ah, ¡¿qué debería hacer?!
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