miércoles, 20 de marzo de 2013

Filosofía del oprimido



Seguramente a algunos les sonará este título. La verdad, se me ocurrió al pensar en aquellas personas con complejos de debilidad o subestimación aguda. Sin embargo, al escribirlo, se me hizo tan familiar que tuve que googlearlo y saben qué salió? La pedagogía del oprimido de Paulo Freire.

Lo cierto es que no había visto esta teoría desde el 2009, pero me alegro de haberla recordado ahora. Antes de concentrarme en lo vine a escribir hoy, quisiera compartirles un poquito de la enseñanza de Freire:

En su libro, Freire nos habla de los oprimidos y de los opresores, y lo que básicamente es una lucha simbólica de poder (citando a Bourdieu) entre ellos. Como parte de la pedagogía, Freire toma al maestro como opresor y al alumno como oprimido. Los oprimidos se dejan oprimir una y otra vez, sin poder participar, ni compartir sus pensamientos, ni hacer nada que el opresor no quiera. Y esto no es porque no pueda, sino porque no quiere. El oprimido lo es porque no es lo suficientemente fuerte como para controlar un poquito al opresor. Es como una relación verticalista, al estilo Matilda, donde “yo estoy bien, tú estás mal. Yo soy lista, tú tonta”.


Freire incentiva que el oprimido deje de serlo y se vuelva un poco más como el opresor, así como éste debe ser más como el oprimido. Deben estar en constante diálogo, como igual, ya sin verticalismos. El oprimido no puede ser ese estudiante que se sienta a escuchar sin aprender nada, ni criticar nada o refutar al profesor. Debe reflexionar, criticar, comentar, cuestionar. Debe ser activo y partícipe de su proceso de enseñanza.

Y bueno, justo de algo parecido quería hablar. De esas personas que creen que no valen mucho y que no pueden hacer nada por cuenta propia. Las personas con complejo de culpabilidad, remordimiento y cobardía. Esas personas que se rinden antes de intentarlo siquiera, son para mí unos oprimidos voluntarios.

Ah, pero hay que ser justos. Varias de esas personas son así por los estigmas que cargan. Una persona que ha sido maltratada constantemente, que se la ha violentado durante su niñez o adolescente, tienden a cargar con el estigma de ser indeseables, de lo peor, o inútiles. Por eso es que creen que no sirven para nada, cuando en realidad, sin que lo sepan, son incluso más fuertes que la mayoría.

¿Cuál es la filosofía de estas personas? Uy, no quiero generalizar demasiado. Creo que tienen el autoestima baja, no se creen capaces de lo mismo que las personas a su alrededor. Siempre tienen presente que hay alguien mejor, que hay alguien que lo hace mejor.

Pero más que todo, temen. El miedo es su opresor primordial. Temen a equivocarse, a sufrir, a avergonzarse, a humillarse, a molestar, a lastimar… ¡Temen tanto! Procuran no ser una molestia más para la gente que sí sabe lo que hace. Piden ayuda con la cola entre las patas porque no conciben la idea de hacer algo por cuenta propia sin que salga bien. 

¡Ah! ¡Qué agobiante!

Ser una persona así no es fácil. Y creo que todos somos en parte así, o lo hemos sido alguna vez. Ya sea por alguna habilidad no utilizada (el típico yo no sé dibujar, yo no sé cantar, yo no sé…) o por el fuerte y tenebroso temor de los oprimidos (se reirán de mí, se van a burlar, me van a mirar feo, me creerán idiota) Dejamos que el mundo nos aplaste, nos limite con cosas que ni siquiera han salido de nuestra imaginación.

Diría ahora el predecible ¡no se rindan! ¡Inténtenlo siquiera! Pero no lo haré, porque sé que eso no depende de una voz ajena ni de un cambio milagroso que conlleva a un cambio de actitud de unos cinco minutos. No, en este post no pretendo hacer eso, jeje. Solo pienso que es interesante cuán temerosos somos y cuán dependientes nos mostramos en realidad.

No es una sensación muy bonita, ¿no? El descubrirse viviendo de repente la filosofía del oprimido… La sugestión puede llegar a dominarnos por completo.

Patético pero inevitable… ¿o no?

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