En la noche más larga del año,
¿qué divertido sería encender una fogata, sentarnos alrededor y contarnos
historias sobrenaturales? Pues bien, aunque no podamos encender una, nada
impide reunirnos en un ambiente cálido y conocer un poco más de las distintas
facetas de esta noche particularmente mística.
Existen numerosas creencias y
tradiciones con respecto al 21 de junio. La gran mayoría coincide en
celebración y fiesta, pero vamos a explicarlas en función a distintos ámbitos,
partiendo de los datos brindados por la página Redmilenaria.com:
Ámbito simbólico. Este ámbito se refiere más que todo a un empezar
de nuevo. Es decir, marca la
finalización de una etapa para comenzar otra. En México, por ejemplo, hay la
costumbre de realizar el ritual de la
renovación de los fuegos mediante hogueras y fogatas en grupo. Al hacerlo,
están purificando a su familia, para que comiencen esta nueva etapa con salud,
abundancia y prosperidad, liberándose de su contaminación anterior.
Ámbito comunitario. Con esto queremos decir que, a través de
rituales, algunas culturas hacían ofrendas para tener algo así como buena suerte. Los antiguos druidas, por
ejemplo, encendían hogueras para bendecir sus hogares, su alimento, a su
familia. Incluso creían que este fenómeno podría ayudar a los enamorados y a
las mujeres que anhelaban tener un hijo. También en África, se realizan
hogueras en medio de sus plazas para como un ritual para proteger sus hogares y
sus campos de las malas energías. También tienen la costumbre de caminar por
encima de las brasas para purificar su cuerpo.
Ámbito espiritual. Los griegos veían los solsticios como puertas
dispuestas a otro mundo. Es decir, que el sol cruzaba y se metía en cada uno de
nosotros. Al brillar en nuestro anterior, aprendíamos de él. Entonces lo vemos
más como una fuente de superación personal. Por otra parte, afirmaban que los espíritus
puros podían cruzar a nuestro plano durante el solsticio, de manera que la
comunicación con seres de otros planos era más accesible. Otra cultura que
concibe el solsticio de manera parecida es la hindú, que además sostiene que es
posible leer el futuro a través del fuego en sus rituales. Las cenizas restantes,
para un buen augurio, deben conservarse durante todo el año.
Ámbito de fe. Refiriéndonos al cristianismo, tenemos la fiesta del
nacimiento de Juan Bautista. En este caso tenemos una adaptación cultural, ya
que aprovecharon la importancia del solsticio para conmemorar la fe de
Zacarías. La Biblia nos cuenta cómo Zacarías recibió la noticia de que sería
padre en sueños, pero que no la creyó puesto que su mujer era estéril.
Repentinamente se queda mudo, y permanece así hasta la llegada de su hijo Juan.
Como agradecimiento a Dios, y disculpas por su falta de fe, Zacarías enciende
una hoguera y salta sobre la llamas, alabándolo. De esta manera, es una fecha
que también llama a que se recuperé o renueve la fe.
Ámbito natural. Como principal cultura que representa este ámbito, tenemos
la aymará. En su calendario, el solsticio de invierno marca el día de año
nuevo. Esto conlleva a un cierra de una época de cosecha para empezar uno
nuevo. Tienen la costumbre de hacer
vigilia toda la noche para recibir con brazos abiertos los primeros rayos de
sol. En Tiwanaku, luego de recibir estos rayos suelen atravesar la puerta del
sol. Durante el día, se hacen ceremonias y ofrendas a la Madre Tierra, siempre
en comunidad.
Desde luego, ninguna de estas
culturas se limita a manejar un solo ámbito. En realidad, todas se
entremezclan, en todas podemos encontrar un ámbito simbólico, espiritual o
natural. Sin embargo, es importante tener presente que el solsticio de invierno
tiene más de una cara, podemos mirarlo desde diferentes perspectivas. Todo se
da en función a nuestra historia, a nuestra familia, a nuestra comunidad. Todo
es configurado por nuestra cultura.
Entonces, ¿cómo vas a vivir este
solsticio de invierno? ¿Qué significado vas a darle? Celebra esa mágica noche
junto a tus seres queridos y acoge el año nuevo, comienza una etapa, renueva tu
fe o recibe los primeros rayos de sol con los brazos abiertos. ¡Felicidades!
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