Portada: Una especie de pájaro dentro un anillo pero que sobresale.
Alguien se liberará de una prisión. El pájaro es negro ceniza, esa persona
sufrirá mucho.
Primera impresión: Inicios de la esperada revolución contra el
Capitolio.
Temática inicial: Comienzan a haber levantamientos en los diferentes
distritos, por fin se deciden a retomar Panem.
Personajes en general: Algunos son fuertes, pero temo que los
principales se me han desmoronado.
Estilo narrativo: Descriptivo, nada más.
Impresión final: Un libro de pura transición entre el primero y el
último, sin mucho que decir.
Al terminar de leer Los Juegos del Hambre, pensé que las historia apenas comenzaba, que será toda una
revolución, pero con R mayúscula. Porque claro, luego de leer el primero es
obvio que algo tiene que pasar con esa sociedad.
Efectivamente, desde el primer
capítulo ya se ven indicios de esa revolución, lo que me dejó muy satisfecha,
en un principio. Es verdad que el presidente Snow es un villano original, entre
lo surrealista y lo macabro, y Collins ciertamente es capaz de darle esa
naturaleza despiadada. Su intelecto es algo que me asombraría, de no ser por un
pequeño detalle: Como es Katniss quien nos cuenta la historia en primera
persona, la manera de pensar de Snow se vuelve neta suposición y de alguna
forma todo queda reducido a las susceptibilidades de la chica. A estar alturas
temo que si leo el tercer libro me decepcionaré con alguna revelación sobre
Snow que echará a caer todo lo construido en esta segunda parte.
Pero bueno, hablemos de los
personajes. Ya había mencionado que ninguno me cautiva en realidad, que no me
disgustan, pero que no los recordaría tampoco. Para mal de males, si bien en el
primer libro me ha sorprendido y gustado mucho la personalidad de Katniss,
hasta cierto punto, en esta segunda entrega he perdido todo interés por ella.
Para ser la “heroína” de esta saga, la encuentro demasiado exagerada y, hay que
decirlo, bastante tonta. Desde un inicio del libro se notan muchas cosas,
puedes anticipar incluso el final. Pero la joven no hace más que reducirse a su
trágico sufrimiento y no ver las cosas que están delante de sus narices. Está
demasiado victimizada, que en algunos casos sirve de mucho, pero aquí, le
quitan toda la intensidad y fuerza del primer libro. Decepcionante.
Por otro lado, los demás personajes
son rescatables. Collins trata de abarcar mucho en muy poco espacio, porque son
tantos nombres y tan poco lo que se habla de los principales tributos, que sólo
llegas a ver una pequeña parte de personajes realmente prometedores. Ah, y lo
que más me ha molestado, es que varios de los principales pierden protagonismo.
Eso no sería tan malo de no ser porque se pretende que sigan siendo
protagonistas. Peeta, por ejemplo, que relució tanto al principio, es
transformado y reducido casi tanto como Katniss. Prácticamente no hace nada.
La narrativa, como también ya
había mencionado, es completamente descriptiva. Es buena, claro, pero tal vez
demasiado objetiva. Es decir, sigo sin encontrar frases trascendentales,
expresiones realmente fuertes, llenas de vida. Todo es muy frío, incluso para
Katniss. Para ser un libro que trata temas tan universales y realmente
extraordinarios, no está explotando la prosa que maneja.
En el primer libro, lo que más me
había impacto era Panem, los distritos, el Capitolio, y los Juegos del Hambre.
Todo ese mundo, el futuro del nuestro, me impresionaba tanto. ¡Collins es una
genio al crear algo así! Pero es por toda esa expectativa, por toda esa ilusión
de ver una historia lo suficientemente prometedora como para pasar por alto
todo lo demás, que este libro terminó siendo horriblemente decepcionante.
No quiero adelantar nada, ni
mucho menos arruinarles el final, pero llega un punto en la historia en la que
pensé que no daba, que algo más tendría que pasar, que la R mayúscula ya estaba
presente. ¡Sólo por eso leeré la continuación! Ya no por Katniss, ni Peeta, ni
siquiera por Snow. Y temo tanto que no llegue a ser suficiente. Es como lo
principal en la saga, y creo, por el grosor del tercer libro, que terminará
apenas empiece.
Insisto en recomendar la saga, al
menos la primera parte. De esta segunda no saco nada que no se haya tocado ya
en la primera. Mi consuelo es saber que sólo me falta uno para terminar la
historia. Si es que termina allí. Porque el final, nuevamente, es tan cortante,
tan brusco, que parece que sólo separaron dos capítulos y dijeron “hasta aquí
el segundo”. Creo que no habría inconvenientes demasiado fuertes si juntáramos
los tres tomos. Tendré que leer el último para confirmarlo.
Mis palabras finales son para el
primer libro. Recomiendo mucho esa primera entrega. Ya depende de cuánto la
disfrutes para leer esta continuación, que en mi opinión no es más que una
estación para generar más deseos de adquirir el último.
Si felicito a Collins es por
crear Panem, y esa lógica tan dura, probable y concientizadora que maneja esa
sociedad futurista.
Nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario