Ya está demás mencionar las
normas sociales que nos dicen qué es bueno y qué es malo y cómo deberíamos ser
para ser aceptados. El sentido de pertenencia ya es una presión fuerte, pero
además está en nuestra cultura el querer dominar al resto, ser un líder de
opinión.
¿Qué es la mala conducta?
Es lo
no aceptable, lo “vulgar”, y muchas veces la falta de educación coincide con las costumbres rechazadas por la
élite hegemónica. Cuando dos culturas chocan, la mezcla que se produce puede
llegar a ser o bien aceptada por ambas o rechazada por la más dominante. Nacen
aquí los “vanguardistas”, los que van adelante innovando y haciendo cuanto avance
les sea posible. No está mal ser de la vanguardia, pero el surgimiento y modo
de aplicación de la misma puede ser bastante discriminadora y excluyente en
todo sentido.
El vanguardista no permitirá que
lo que ha creado se “popularice”, que sea de todos, sólo de un grupo selecto
privilegiado. Y en el momento en que algo suyo se ha popularizado, es que
comienza a desarrollar algo “mejor”, algo con lo que nuevamente pueda excluir
al resto.
La mala conducta entonces vendría
a ser una estigmatización más de lo ilustrado, pues para muchos algo moralmente
incorrecto podría considerarse tradicionalmente necesario. Las malas palabras,
por ejemplo, son “malas” porque nos resultan vulgares, algo grotesco, y sin
embargo llegan a ser la forma de expresión más poderosa que tenemos los
marginados.
Desde brechas económicas hasta
brechas de información, definen lo bueno
de lo malo. Mala conducta será
entonces responder agresiva u ofensivamente, no saludar ni despedirse, no ceder
asientos a los que necesitan, hacer grafitis, tatuarte, exhibirte públicamente,
aislarte de la sociedad. Pero cada uno tendrá sus motivos para ello. Que uno
sea estúpidamente egoísta o patéticamente indiferente no necesariamente hace de
esa persona “mala”. Yo tengo mi propio criterio de lo que es malo, de lo que es
inaceptable, de lo que es totalmente deplorable. ¡Pero es MI criterio! Sólo
mío. Nadie compartirá mi misma escala, porque nadie es igual a mí.
De ese modo la mala conducta no
sólo para a ser una manera de exclusión social y de hegemonía pura. Más allá de
su buen propósito de “hacer del mundo un lugar mejor”, debemos darnos cuenta de
que al final esto es enteramente subjetivo. Parte de la integridad y madurez de
una persona será el definirse sus límites y su escala de valores y prioridades
con la sociedad.
El hecho de que, por ejemplo, un
jailón pueda ser la persona más pedante y pelotuda del mundo, no le hará menos
ante lo de su clase. Porque incluso esa visión que cada uno tiene de los
cumbieros, raperos, metaleros, hippies, etc., será distinta a la percepción del
resto. Podemos refugiarnos en grupos grandes. Podemos meternos a la Iglesia y
defender el colectivo que maneja, pero eso no hace que sean verdades absolutas.
No estoy defendiendo a los “malcriados”
o fenómenos de la sociedad, que de los pocos miles que he visto me enferman.
Sólo estoy diciendo que la mala conducta en realidad no existe, y que sólo
nosotros podríamos definir –individualmente- lo que es el “buen vivir”.
1 comentario:
estas chalada enserio. pero me pasare algunas veces mas hasta que me aburra.
Por ahi dicen que no hay diferencia entre el bien y el mal. Si me preguntan a mi si algo puede justificarse racionalmente es aceptable por el contrario discutible. Igual es interesante que alguien toque el tema. Saludos
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