Portada: El rojo denota muchas cosas. Pasión,
peligro, intensidad, vivacidad. La pala al centro a través de la que se ve una
especie de jardín da esa idea de que alguien plantará algo o de que alguien va
a morir.
Primera impresión: Cómo la esposa de un escritor
famoso comienza a formar parte de ese lado imaginario creativo que él tenía
luego de dos años de su muerte.
Temática inicial: La esposa de un escritor famoso
decide hacer la limpieza del escritorio de su esposo.
Personajes en general: Muy bien desarrollados.
Tanto principales como secundario. King se molesta en darles una vida, una
historia y una personalidad por muy breve que sea su aparición.
Estilo narrativo: Magistral. Una mezcla de estilos destacado por el uso
de paréntesis de oración sin punto final, interrumpidas y completadas en el
siguiente capítulo.
Impresión final: Una novela cautivadora capaz de estremecer y añorar al
tiempo que sufres y te alegras con el pasar de las páginas.
Cuando me tocó elegir uno de los libros de mi lista
de espera para leer, pensé que ya era hora de coger uno de Stephen King,
después de todo es de mis autores favoritos y llevaba bastante tiempo sin leer
nada de él. Así que opté por leer La Historia de Lisey porque, a comparación
del otro que me queda sin leer de King y pese a sus 600 páginas, era el más pequeño
que tenía y no quería mucha carga en mi bolsón para mis últimas semanas del
semestre.
Ah, pero esa decisión bien valió la pena. Desde que
comencé la lectura se me hizo ágil, llamativa. Y aunque hubo un día en que
cuestioné si debía cambiar a leer uno más delgado, como la historia se había
arraigado tanto en mí decidí en continuarla. Los últimos capítulos siempre se
vuelven los más infinitos, y las últimas páginas, curiosamente, se van de
inmediato.
Lo primero que me fascinó de este libro fueron los
modismos que King le atribuía al misterioso y tierno matrimonio de Scott y
Lisey Landon (¡Stott y Lisey: Los primeros años!) Frases como “todo sigue igual”,
“puñeta”, “la realidad es Ralph”, “dávila fin”, y otro sin fin de términos y
conceptos propios de un lenguaje secreto demasiado íntimo como para ser llevado
con tanta perfección como ocurría en el matrimonio Landon. Me hacía recuerdo a
algunos modismos que yo misma tengo con mi familia y mi grupo de amigas.
Simplemente perfectos.
Y al gustarme aquello, claro que me gustó la
narrativa de King. Siempre me ha gustado, desde que leí uno de sus libros por
primera vez. Por eso siempre digo que mis autores favoritos de toda la vida son
Anne Rice y Stephen King. Al retomar su lectura recién advertí cuánto lo había
echado de menos. La narrativa de King es realmente impactante, ¡tan certera en
tantas ocasiones! Las descripciones que utiliza son divertidas, no busca ser
sofisticado, aunque en mi opinión, termina siéndolo la mayoría de las veces. Es
algo que no puedo describir. La forma que utiliza las palabras, realmente es
impresionante. King es un maestro de la literatura y me consta. Quiero aprender
de él.
Por supuesto que sus escritos tienen cosas en
común. No creo que exista un autor cuyos libros no tengan nada en común. En el
caso de King, en cuanto a forma noto sus paréntesis y la manera en que acaba
algunos capítulos: oraciones simples que te llenan de intriga por saber más. En
cuanto a fondo, la especialidad de King son los psicópatas y personas al borde
de la esquizofrenia. Por algo es conocido como el maestro del terror. Logra
mezclar cosas absurdamente imposibles con una lógica macabramente realista. Es
uno de esos monstruos literarios que sabes no te van a decepcionar.
Lo segundo que me fascinó fueron los personajes. En
primer lugar, Scott Landon, el reconocido escritor que estoy segura se parece
mucho a King en diversos aspectos. Incluso físicamente, tal vez, porque siempre
se menciona el mechón que le cae por la frente traviesamente, así como lo tiene
King en la fotografía que elegí de él para este post. Pero es que Scott es tan
diferente, tan especial. No sólo por el hecho de ser escritor, sino por su extraña
capacidad de imaginar, de llegar a actuar o ser lo que su público anhela, su
honestidad con su esposa, sus extraños “trucos de magia” con los que desaparece
de la faz de la Tierra. Pero sobre todo su pasado. ¡Nada como un pasado
tormentoso para un personaje tan peculiar! Ah, y es que el pasado de Scott no
es cualquier cosa. Tuve que llegar hasta los últimos capítulos para terminar de
armar ese rompecabezas. Y pese a ser amarga su infancia, sigue siendo su
infancia, y me conmueve. Mucho.
En segundo lugar estaría Lisey, casi al mismo nivel
de mi estima que Amanda. Ambas me resultan personajes fuertes femeninos, verdaderos
exponentes de mujer. Si admiro a algún personaje femenino en libros, ellas se
ponen entre los diez primeros.
Lo tercero que me fascinó de la novela, fue la
historia. La historia de Lisey. Una vez más, ¡King es un genio! Es como una de
las historias más lindas para los escritores, para sus esposas o familias. Una
de esas historias que no olvidarás, que permanecerán contigo cada que veas o
escuches algo que te haga recuerdo a algo. Como por ejemplo las canciones o
películas citadas en la historia, diversos objetos que han sido marcados
inconscientemente en mi mente para saltar en cuando les abra la puerta. Nada de
la trama es aburrida, todo transcurre en el tiempo justo, tal como debe ser.
Nada se acelera ni se ralentiza demasiado. King sabe cómo adentrarse en tu
mente y persuadirte a que reacciones frente a su historia. King es Scott, tanto
como la realidad es Ralph.
En fin, podría escribir más y más sobre el libro,
pero ya no convendría. Lo recomiendo al cien por ciento. King es uno de mis
modelos como escritor, me considero su fiel admiradora. Lo felicito por tan
linda historia de Scott y Lisey Landon. Una de las que permanecerán en mi
memoria por mucho tiempo, como cuando leí El
Retrato de Rose Madder y desde entonces no me olvido de Norman.
¡Bravo!
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