lunes, 19 de noviembre de 2012

Chronicle: Todos Santos y la prohibición de las mesas dentro el cementerio


Cementerio Genereal de Cochabamba
Tomada el 2/11/11
Cuando llegamos al cementerio, el miércoles por la mañana, había muchos autos y gente llevando flores. El paso para los autos estaba cerrado, pero aún así se las arreglaban para entrar por donde sea. Entramos al cementerio en busca de vestigios de las mesas o de algunos de sus adornos, pero no había ninguno. Sólo gente que rezaba, arreglaba las flores, e incluso una familia con un trompetista que tocaba una melodía dulce, pero no había masitas ni nada de Todos Santos. Salimos entonces por un costado de la entrada principal y comenzamos a hacer preguntas a la gente. Una mujer de pollera nos dijo que ni sus padres habían mantenido la tradición de antes, que desde que recordaba siempre había sido la fiesta así, fuera del cementerio. La mujer llevaba flores y aguardaba a su hija para entrar al cementerio. Dio a entender que estaba conforme con la fiesta, pues no la había conocido como era antes y le parecía bien, que la mesa se armaba en la casa y se venía a visitar la tumba ese día. La mesa siempre en la casa.

Después también nos acercamos a una de las policías que controlaban la entrada al cementerio. Ella nos explicó que la ordenanza era ya de mucho tiempo y que la gente ya se estaba acostumbrando. Aseguró que pocos habían intentado entrar con las cosas correspondientes a Todos Santos, y que era en la tarde cuando se daban más intentos. Aún así vimos cómo revisaban todo a los que asistían e impedían la entrada a una señora con un bulto enorme.

También le preguntamos a otro señor que llevaba flores sobre la prohibición y en efecto, dijo estar de acuerdo. No le gustaba que bebieran en la fiesta, contó que sus padres solían hacerlo y que él estaba en contra de ello. Por eso les llevó flores, pero hasta ahí no más.

Las mesas afuera del cementerio todavía no estaban listas. Vimos un auto estacionado lleno de todas las masitas, floreros y cruces que demandaba la mesa. Preguntamos a otra señora que caminaba detrás de su auto con las cosas para armar la mesa, avanzando lento por la cantidad de autos y gente. Ella confirmó que estaba bien la prohibición puesto que así la gente no bebía en el cementerio, además de haber poco espacio en él para armar las mesas, que era mucho mejor armarlas afuera. 

Con todo esto comprobamos que la gente está de acuerdo con la prohibición, y si bien algunos no lo están, ya se han resignado. Ninguna respuesta nos dijo que era injusto o injustificado. No tuvimos reclamos. Las personas que iban a armar sus mesas estaban satisfechas con armarlas afuera. Los intentos de entrar no eran muchos, según la policía que resguardaba la entrada. No importa que la prohibición se haya dado de manera justa o injusta, la gente ya se está acomodando a ello y pronto se volverá parte de la tradición. Ya no armar las mesas dentro, sino fuera o en las propias casas. Las nuevas generaciones lo comprueban, y la falta de insistencia de las viejas, lo permite.

*Esta breve crónica fue escrita por Devy Gonzales y Ana Triveño el 2/11/11.

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